Descripción
Te imaginarás desayunando tarde —porque ya no hace falta correr—, con una taza de café en la mano y la mirada perdida a través de esos grandes ventanales que dan al parque infantil. ¿El ruido? Solo el justo: la risa lejana de algún niño en bicicleta y el canto de los pájaros que, por alguna razón desconocida, también han decidido instalarse en el centro de Girona. Aquí la ciudad no hace ruido. Suspira.
Te verás leyendo el periódico —en papel, como debe ser— mientras el sol entra a raudales e ilumina cada rincón del comedor. Y después, saldrás a dar una vuelta por el centro, sin prisas y sin destino. Lo tienes todo a dos pasos: la frutería con esos tomates que sí saben a tomate, la panadería con ese olor que te transportará directamente a la infancia, y esa tienda de vinos donde el señor que trabaja allí te aconsejará como si fueras de la familia.
Pero lo que notarás de verdad es la calma de estar en un edificio con pocos vecinos, escogidos casi como si fueran personajes de un club discreto. Aquí, nadie hace ruido. Nadie molesta. Se respira una elegancia tranquila, de esa que no necesita presumir porque se nota. Y no es casualidad. Esta finca la ha construido Homs, una empresa de aquí, de las que construyen bien, con criterio, pensando más en quién vivirá dentro que en hacer números rápidos. Si eres de los que piensan que las buenas decisiones se notan con el tiempo… aquí te sentirás como en casa desde el primer día.
Girona, por supuesto, hará su parte. Tiene ese encanto tranquilo pero sofisticado. Es lo bastante pequeña como para hacerlo todo caminando, pero lo bastante grande como para tener siempre algo por descubrir. Una ciudad con alma —y con tren de alta velocidad, por si algún día te entra ese impulso repentino de almorzar en París (o en Barcelona, si quieres empezar con menos ambición). El clima es de esos que te permiten colgar la chaqueta antes que nadie y recuperarla más tarde que el resto. Y si un día te apetece mar y arroz… la Costa Brava te espera a media hora en coche. Sin prisas, porque recuerda: tienes posibilidad de plaza de aparcamiento. Siempre. Sin dar vueltas, sin agobios.
Por la tarde, el piso te recibirá con luz y silencio. Tal vez te relajes en el sofá, o invites a alguien a cenar. Abrirás ese vino que te han recomendado (sí, el del señor de la tienda), y pondréis la mesa con vistas. Conversaréis largo rato, sin mirar el reloj. Aquí el tiempo juega a tu favor.
Cuando sea verano, quizás te escapes unos días a la playa —no hace falta decir nombres, tú ya tienes tus favoritas—, pero volverás pensando que, a pesar de las calas y las gambas a la plancha, como se vive aquí no se vive en ningún sitio. Porque vivir en Girona, y en un piso como este, es tenerlo todo: paz, belleza, servicios, gastronomía y una comunidad pequeña pero escogida, como quien selecciona las buenas piezas de un puzle.
Este piso no es solo un lugar donde dormir: es un lugar donde empezar de nuevo, con calma, gusto y un poco de picardía.
Vivirás bien. Muy bien. Y si no lo crees, ven una mañana cualquiera, sin prisas. Siéntate en el sofá, mira por la ventana… y dímelo.
Dirección
Carrer de Joan Maragall
Clase energética
Certificado emisión energía
D
A+
A
B
C
D | Consumo energía 87.98
D
D | Emisión energía 19.07
E
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